lunes, 9 de abril de 2012

La Historia Jamas Contada Capitulo II



Capitulo II

Estoy mejor solo.

Observo el océano, pasando ambas manos por mi cabello alargado hasta los hombros, y por mi cara, sintiendo la barba crecida pero sin evitar respirar el aire salado de la noche. Hace dos días comenzó el equinoccio de primavera, el clima esta cambiando considerablemente, esta un poco mas cálido que antes. Y esa la mierda de genial sentir ese tibio aire golpeando mi piel y mi cabello.



Bueno siempre será más cálido que esa puta noche que cambio toda mi vida.

Joder, aun no puedo creer que ya han pasado mas de dos meses de haber sido expulsado del Campamento del Bloodletter, allá en las frías montañas entre la frontera de Hungría, en esas húmedas y oscuras cuevas que durante años fueron como mi “hogar”… y ahora voy camino a Paris. Una pequeña sonrisa mas parecido a una mueca se torna en mis labios, pensando en la libertad en la que estoy ahora.

Hago crujir mi cuello sintiendo una pequeña molestia en la nuca, bueno, cualquiera -humano o vampiro- después de haber estado durmiendo todo el día en la bodega de licores que, por suerte, es la única mierda donde no entra ni un poco de sol que me pueda achicharrar el culo, estaría con el cuello presionado.

Ya llevo un poco más de un mes  viajando en este barco de piratas, trabajando de artillero en las horas nocturnas, para poder tener la estadía, alimento y el viaje desde Hungría a Francia.

Oh si, viajando con piratas y nada menos que los de tipo corsarios, no costo nada hacerlos creer cualquier mierda que yo quisiera, aparte han sido muy bueno los robos a los que nos hemos afrontados. Ya cada uno tiene buenos botines para cuando desembarquemos en las diferentes ciudades.

¿Yo? En Paris.

Alejándome como lo prometí. Y a solo una noche de distancia de mi parada.

Saco uno de los cigarros que me dio uno de los humanos que trabaja conmigo, Víctor, girándolo entre los dedos mientras recuerdo lo que se de él. Un tipo de cuarenta años, calvo y físico muy parecidos a los de los soldados dentro del campamento, pero mucho mas civilizados. Que por lo que me conto hace un par de noches después de tres botellas de whisky venidos desde las montañas de Escocia, él durante un tiempo fue un especie de Asesino Real, trabajaba para los reyes de Francia matando a quien se pusiera en su camino y fuera un traidor para los reyes, pero se retiro a los veintiocho años, cansado de tanta matanzas. Y ahora después de un poco menos de veinte años alejado de su país, vuelve renovado pero no a Paris sino a Tolouse por lo que se le salió.

Lo prendo mirando el cielo nocturno estrellado y sabiendo jodidamente bien que yo seria experto en ese trabajo, ¿no es así? Y es exactamente por eso que deje que me conversara aunque lo primero que noto de mi, fueron mis tatuajes y la mano vendada. Pensó inmediatamente que estaba en el mismo rubro de él.

Miro mi mano izquierda, que ahora la suelo llevar envuelta en unas especies de vendas de cuero, no porque me importa lo que digan los demás sobre estar tatuada y brillando -si, desde que salí del campamento ha estado brillando constantemente, sin poder detener esa mierda- sino para evitar matarlos por un accidente. Acaricio mi sien y parte de mi ojo izquierdo, lanzando el humo a la noche. Es una suerte que los humanos no sepan que diablos significan estas marcas, aunque no evita que me miren extraño a causa de lo mismo. Sin contar mis peculiares ojos diamantinos que hacen que se alejen corriendo como si vieran a un demonio.

Y justo ahora que están buscando brujas y demonios, quemándolos en hoguera.

Oh si, la iglesia con su religión son la ley  y el año es una mierda.

– Hé... terminer votre heure de repos… [Hey… termino tu hora de descanso… ]– Me grita Jean, el jefe de los artilleros nocturnos, aunque siempre con su voz temblorosa por el resquemor que me tiene a pesar de ser un mastodonte de mas de cuarenta años.

Me giro lanzando la colilla hacia el oscuro mar, mirándolo de reojo.

– Bon ... bâtard. [Bien… bastardo] – le respondo pasando por el lado de él. Mirándolo hacia abajo, ya que le saco alrededor de veinticinco centímetro de alto.

Camino por el barco hasta uno de los cañones que suelo utilizar yo para disparar a esos buques llenos de mierdas nobles. Mas de una vez, en uno de esos buques, me he encontrado con alguno de mi raza, sobre todos machos, pero simplemente para mi no existen. Aunque es diferente con las hembras, ya que necesito de su sangre para seguir sobreviviendo, porque el hambre a veces es la peor maldición de nuestra raza.

– Hé, l'homme, besoin d'aide avec ce fusil? [Hey, hombre, ¿necesitas ayuda con ese cañon?] – Miro de reojo hacia Julien quien me esta sonriendo con un pedazo de pan en la mano.

El humano, desde esa noche que soltó la lengua sobre lo que hacia y quien era antes, piensa que somos amigos.

Como si tal mierda existiera.

– Non, je suis très bien.[No, estoy bien]

Sin esperar una respuesta de parte del hombre, tomo la esponja, que era una especie de palo de madera con unos paños que hacían el trabajo de una esponja, y la meto a un valde con agua que dejo uno de los polvorillas de la tripulación, humedeciéndola para comenzar a limpiar y retirar los restos de pólvora de las balas que usamos solo el día ayer, asaltando un buque español lleno de oro. 

Introduzco la esponja lentamente recordando el momento que llego la noche y tuve que irme de la aldea que me refugio. Camine durante días, escondiéndome en diferentes cuevas durante el día, cazando y pescando para alimentarme y aguantando los fríos de la noche de los bosques de Hungría hasta que logre llegar a la ciudad de Agram convertido en un harapiento de cabello y barba larga, que me ayudo a cubrirme el rostro durante vagabundee por la ciudad, en donde encontré una que otra prostituta de mi raza para poder alimentarme.

Una pequeña mueca de sonrisa se me forma en los labios al recordar el rostro de pánico de la hembra cuando le pague por su sangre, que era todo lo que necesitaba de ella en ese momento. Después de haber pasado hambre durante esos largos días que necesite sangre de alguna hembra de mi raza para poder terminar la recuperación de las malditas heridas que sufrí en el campamento del Bloodletter. Al momento que deje que mis colmillos traspasaran la piel salada de la hembra hasta llegar a la vena en donde un chorro de sangre comenzó a llenarme la boca fue la maldita mierda que necesitaba cada fibra de mi cuerpo.

 Una vez logre alimentarme y recuperar las fuerzas, era hora de moverme, si que robe uno de los cuantos caballos de las carretas de los nobles que iban a visitar a las prostitutas en los barrios bajos de Agram y volví a viajar durante un par de días mas, hasta que llegue al puerto Fiume en donde persuadí al contramaestre para me sacara del país.  

Volviendo al presente, dejo la esponja escuchando a todos los humanos moviéndose, bebiendo y comiendo, una mierda que durante los dos meses que llevo con ellos nunca he hecho porque sencillamente no me interesa compartir con nadie. Agarro otra herramienta para limpiar el cañón, una especie de cepillo que al igual que la esponja también estaba sostenido por un palo de madera que permitía mantener el ánima del cañón bien limpia.

Tal como siempre me ha gustado.

Esto era una de las partes más relajante de viajar aquí, limpiar mi cañón, aunque debería hacerlo el polvorilla, el imbécil solo servía para servirme whisky más que para limpiar, ya que siempre deja peor y lleno de polvorilla.

– Tromper. [Imbécil]

Un cosquilleo comienza en mi columna vertebral, desde la nuca hasta las ultimas vertebras. Joder, esta 
saliendo ya el sol. Cuando comienza salir, dejo todo al lado del cañón y llamo al polvorilla, que ha estado mirándome los últimos diez minutos, esperando que lo deje hacer algo.

– Mettez-les en place [Ponlos en su lugar]– Le digo sin mirarlo, solo apuntando todas las herramientas, ya cansado.

 – Oui, monsieur, vous voulez quelque chose de plus? [Si, señor, ¿quiere algo mas?

Solo niego con la cabeza caminando hacia los dormitorios pero yo yendo mucho más lejos, hacia la bodega de los licores, el único lugar donde puedo dormir.

Abro la puerta, sacando mi camiseta sucia y dejándola caer al suelo sin miramiento. Joder, ya estoy jodidamente cansado y definitivamente necesito llegar luego a Paris para poder alimentarme nuevamente. 
Siempre supe que cuando pasara la transición necesitaría mas sangre durante los primeros meses, pero jamás pensé que seria tanto.

Acomodo unas cuantas mantas en el suelo, cerca de unas cajas de licor de alguna mierda que el capitán quería en su barco. Solo me recuesto en el piso de madera mientras saco uno de los tantos libros que mantengo conmigo para poder aprender lo que mas pueda, tanto en algunos idiomas para poder hacerme entender, como en cultura de ciertos países.

El francés no me costo mas que dos noches aprenderlo para poder trabajar aquí y que nada me jodiera las pelotas. Y me será útil para donde voy, aunque seguro como la mierda que no será una bienvenida muy efusiva.

Me recuesto con las manos detrás de la cabeza, ya acostumbrado a la dureza del suelo. No por nada dormí casi veinticinco años en un suelo de roca dentro de una cueva húmeda y fría, esto es el paraíso comparada con toda esa mierda.    

 Solo esta noche es lo que queda para poder llegar al puerto de Le Havre, en donde los corsarios desembarcaran para poder abastecerse antes de volver a zarpar, solo que esta vez yo me quedare abajo con el botín que logre robar, que mas que nada, es algo de ropa, algunos libros y ciertos diamantes y joyas para poder sobrevivir en la ciudad. Ah también armas, mi Stiletto que es un tipo de daga o cuchillo que tiene una hoja muy larga y aguda de varios diseños, que normalmente la utilizo como arma punzante y es fácil de guardar en cualquier parte del cuerpo, y mi Fusil de Llave de Chispa que se la quite a un militar alemán que tiene un mecanismo de resorte que imprime un movimiento pivotante y con fuerza al trozo de pedernal, que al chocar con el depósito de pólvora produce chispas que incendian el polvorín. Ya tiene un disparador por lo que se puede controlar con bastante precisión el momento del disparar a algún jodido que se me cruce por el camino, seria genial poder utilizarla con algunos de esos pocos muertos vivientes que atacan a la raza.

Ambas armas siempre la guardo muy pero muy cerca.

Afirmando el stiletto comienzo a quedarme dormido sabiendo que cuando despierte estaré en Le Havre en donde probare suerte y veré que mierda puedo ganar estando allí.

– Bienvenue à la France… [Bienvenido a Francia…] – Murmure cerrando los ojos.

4 comentarios:

  1. vishous cada vez me tienes mas intrigada con esa mente tuya tan negra jajja veremos que nos trae la suerte perra en Francia eh merci

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  2. Deseando que llegues a Francia por cierto vecinos mios, aunque no les tengamos en muy alto aprecio jajaja no se supongo rivalidad.
    Pero tal vez después de leer tu historia entre definitivamente en esa mania. Salludos.

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  3. Está interesante, mucho, me da la oportunidad de conocer a V un poco más. Me gusta mucho. Espero que en Francia te vaya bien. Por cierto, hay algo que nunca falla, la fortaleza y valentía de V. De un orgullo tremendo.
    Un Saludo.

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  4. Increible, me tienes enganchada. Espero que en Francia te vaya bien.

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