Estoy mejor solo.
Observo el océano, pasando ambas manos por mi cabello
alargado hasta los hombros, y por mi cara, sintiendo la barba crecida pero sin
evitar respirar el aire salado de la noche. Hace dos días comenzó el equinoccio
de primavera, el clima esta cambiando considerablemente, esta un poco mas
cálido que antes. Y esa la mierda de genial sentir ese tibio aire golpeando mi
piel y mi cabello.
Bueno siempre será más cálido que esa puta noche que cambio
toda mi vida.
Joder, aun no puedo creer que ya han pasado mas de dos meses
de haber sido expulsado del Campamento del Bloodletter, allá en las frías
montañas entre la frontera de Hungría, en esas húmedas y oscuras cuevas que
durante años fueron como mi “hogar”… y ahora voy camino a Paris. Una pequeña
sonrisa mas parecido a una mueca se torna en mis labios, pensando en la
libertad en la que estoy ahora.
Hago crujir mi cuello sintiendo una pequeña molestia en la
nuca, bueno, cualquiera -humano o vampiro- después de haber estado durmiendo todo
el día en la bodega de licores que, por suerte, es la única mierda donde no
entra ni un poco de sol que me pueda achicharrar el culo, estaría con el cuello
presionado.
Ya llevo un poco más de un mes viajando en este barco de piratas, trabajando
de artillero en las horas nocturnas, para poder tener la estadía, alimento y el
viaje desde Hungría a Francia.
Oh si, viajando con piratas y nada menos que los de tipo
corsarios, no costo nada hacerlos creer cualquier mierda que yo quisiera,
aparte han sido muy bueno los robos a los que nos hemos afrontados. Ya cada uno
tiene buenos botines para cuando desembarquemos en las diferentes ciudades.
¿Yo? En Paris.
Alejándome como lo prometí. Y a solo una noche de distancia
de mi parada.
Saco uno de los cigarros que me dio uno de los humanos que
trabaja conmigo, Víctor, girándolo entre los dedos mientras recuerdo lo que se
de él. Un tipo de cuarenta años, calvo y físico muy parecidos a los de los
soldados dentro del campamento, pero mucho mas civilizados. Que por lo que me
conto hace un par de noches después de tres botellas de whisky venidos desde las
montañas de Escocia, él durante un tiempo fue un especie de Asesino Real,
trabajaba para los reyes de Francia matando a quien se pusiera en su camino y
fuera un traidor para los reyes, pero se retiro a los veintiocho años, cansado
de tanta matanzas. Y ahora después de un poco menos de veinte años alejado de
su país, vuelve renovado pero no a Paris sino a Tolouse por lo que se le salió.
Lo prendo mirando el cielo nocturno estrellado y sabiendo
jodidamente bien que yo seria experto en ese trabajo, ¿no es así? Y es
exactamente por eso que deje que me conversara aunque lo primero que noto de mi,
fueron mis tatuajes y la mano vendada. Pensó inmediatamente que estaba en el
mismo rubro de él.
Miro mi mano izquierda, que ahora la suelo llevar envuelta
en unas especies de vendas de cuero, no porque me importa lo que digan los
demás sobre estar tatuada y brillando -si, desde que salí del campamento ha
estado brillando constantemente, sin poder detener esa mierda- sino para evitar
matarlos por un accidente. Acaricio mi sien y parte de mi ojo izquierdo,
lanzando el humo a la noche. Es una suerte que los humanos no sepan que diablos
significan estas marcas, aunque no evita que me miren extraño a causa de lo
mismo. Sin contar mis peculiares ojos diamantinos que hacen que se alejen
corriendo como si vieran a un demonio.
Y justo ahora que están buscando brujas y demonios,
quemándolos en hoguera.
Oh si, la iglesia con su religión son la ley y el año es una mierda.
– Hé... terminer votre heure de repos… [Hey…
termino tu hora de descanso… ]– Me grita Jean, el jefe de los artilleros nocturnos,
aunque siempre con su voz temblorosa por el resquemor que me tiene a pesar de
ser un mastodonte de mas de cuarenta años.
Me giro lanzando la colilla hacia el oscuro mar, mirándolo
de reojo.
– Bon ... bâtard. [Bien… bastardo] – le respondo pasando por
el lado de él. Mirándolo hacia abajo, ya que le saco alrededor de veinticinco
centímetro de alto.
Camino por el barco hasta uno de los cañones que suelo
utilizar yo para disparar a esos buques llenos de mierdas nobles. Mas de una
vez, en uno de esos buques, me he encontrado con alguno de mi raza, sobre todos
machos, pero simplemente para mi no existen. Aunque es diferente con las
hembras, ya que necesito de su sangre para seguir sobreviviendo, porque el
hambre a veces es la peor maldición de nuestra raza.
–
Hé, l'homme, besoin d'aide avec ce fusil? [Hey, hombre, ¿necesitas
ayuda con ese cañon?] – Miro de reojo hacia Julien quien me esta sonriendo con
un pedazo de pan en la mano.
El humano, desde esa noche que soltó la lengua sobre lo que
hacia y quien era antes, piensa que somos amigos.
Como si tal mierda
existiera.
– Non, je suis très bien.[No, estoy bien]
Sin esperar una respuesta de parte del hombre, tomo la
esponja, que era una especie de palo de madera con unos paños que hacían el
trabajo de una esponja, y la meto a un valde con agua que dejo uno de los
polvorillas de la tripulación, humedeciéndola para comenzar a limpiar y retirar
los restos de pólvora de las balas que usamos solo el día ayer, asaltando un
buque español lleno de oro.
Introduzco la esponja lentamente recordando el momento que
llego la noche y tuve que irme de la aldea que me refugio. Camine durante días,
escondiéndome en diferentes cuevas durante el día, cazando y pescando para
alimentarme y aguantando los fríos de la noche de los bosques de Hungría hasta
que logre llegar a la ciudad de Agram convertido en un harapiento de cabello y
barba larga, que me ayudo a cubrirme el rostro durante vagabundee por la
ciudad, en donde encontré una que otra prostituta de mi raza para poder
alimentarme.
Una pequeña mueca de sonrisa se me forma en los labios al
recordar el rostro de pánico de la hembra cuando le pague por su sangre, que
era todo lo que necesitaba de ella en ese momento. Después de haber pasado
hambre durante esos largos días que necesite sangre de alguna hembra de mi raza
para poder terminar la recuperación de las malditas heridas que sufrí en el
campamento del Bloodletter. Al momento que deje que mis colmillos traspasaran
la piel salada de la hembra hasta llegar a la vena en donde un chorro de sangre
comenzó a llenarme la boca fue la maldita mierda que necesitaba cada fibra de
mi cuerpo.
Una vez logre
alimentarme y recuperar las fuerzas, era hora de moverme, si que robe uno de
los cuantos caballos de las carretas de los nobles que iban a visitar a las
prostitutas en los barrios bajos de Agram y volví a viajar durante un par de
días mas, hasta que llegue al puerto Fiume en donde persuadí al contramaestre para
me sacara del país.
Volviendo al presente, dejo la esponja escuchando a todos
los humanos moviéndose, bebiendo y comiendo, una mierda que durante los dos
meses que llevo con ellos nunca he hecho porque sencillamente no me interesa
compartir con nadie. Agarro otra herramienta para limpiar el cañón, una especie
de cepillo que al igual que la esponja también estaba sostenido por un palo de
madera que permitía mantener el ánima del cañón bien limpia.
Tal como siempre me ha gustado.
Esto era una de las partes más relajante de viajar aquí,
limpiar mi cañón, aunque debería hacerlo el polvorilla, el imbécil solo servía
para servirme whisky más que para limpiar, ya que siempre deja peor y lleno de
polvorilla.
– Tromper. [Imbécil]
Un cosquilleo comienza en mi columna vertebral, desde la
nuca hasta las ultimas vertebras. Joder, esta
saliendo ya el sol. Cuando
comienza salir, dejo todo al lado del cañón y llamo al polvorilla, que ha
estado mirándome los últimos diez minutos, esperando que lo deje hacer algo.
– Mettez-les en place [Ponlos en su lugar]– Le digo sin
mirarlo, solo apuntando todas las herramientas, ya cansado.
– Oui, monsieur, vous
voulez quelque chose de plus? [Si, señor, ¿quiere algo mas?
Solo niego con la cabeza caminando hacia los dormitorios
pero yo yendo mucho más lejos, hacia la bodega de los licores, el único lugar
donde puedo dormir.
Abro la puerta, sacando mi camiseta sucia y dejándola caer
al suelo sin miramiento. Joder, ya estoy jodidamente cansado y definitivamente
necesito llegar luego a Paris para poder alimentarme nuevamente.
Siempre supe
que cuando pasara la transición necesitaría mas sangre durante los primeros
meses, pero jamás pensé que seria tanto.
Acomodo unas cuantas mantas en el suelo, cerca de unas cajas
de licor de alguna mierda que el capitán quería en su barco. Solo me recuesto
en el piso de madera mientras saco uno de los tantos libros que mantengo
conmigo para poder aprender lo que mas pueda, tanto en algunos idiomas para
poder hacerme entender, como en cultura de ciertos países.
El francés no me costo mas que dos noches aprenderlo para
poder trabajar aquí y que nada me jodiera las pelotas. Y me será útil para
donde voy, aunque seguro como la mierda que no será una bienvenida muy efusiva.
Me recuesto con las manos detrás de la cabeza, ya
acostumbrado a la dureza del suelo. No por nada dormí casi veinticinco años en
un suelo de roca dentro de una cueva húmeda y fría, esto es el paraíso comparada
con toda esa mierda.
Solo esta noche es lo
que queda para poder llegar al puerto de Le Havre, en donde los corsarios
desembarcaran para poder abastecerse antes de volver a zarpar, solo que esta
vez yo me quedare abajo con el botín que logre robar, que mas que nada, es algo
de ropa, algunos libros y ciertos diamantes y joyas para poder sobrevivir en la
ciudad. Ah también armas, mi Stiletto que es un tipo de daga o cuchillo que
tiene una hoja muy larga y aguda de varios diseños, que normalmente la utilizo como
arma punzante y es fácil de guardar en cualquier parte del cuerpo, y mi Fusil
de Llave de Chispa que se la quite a un militar alemán que tiene un mecanismo
de resorte que imprime un movimiento pivotante y con fuerza al trozo de
pedernal, que al chocar con el depósito de pólvora produce chispas que incendian
el polvorín. Ya tiene un disparador por lo que se puede controlar con bastante precisión
el momento del disparar a algún jodido que se me cruce por el camino, seria
genial poder utilizarla con algunos de esos pocos muertos vivientes que atacan
a la raza.
Ambas armas siempre la guardo muy pero muy cerca.
Afirmando el stiletto comienzo a quedarme dormido sabiendo
que cuando despierte estaré en Le Havre en donde probare suerte y veré que
mierda puedo ganar estando allí.
– Bienvenue à la France… [Bienvenido a Francia…] – Murmure
cerrando los ojos.
vishous cada vez me tienes mas intrigada con esa mente tuya tan negra jajja veremos que nos trae la suerte perra en Francia eh merci
ResponderEliminarDeseando que llegues a Francia por cierto vecinos mios, aunque no les tengamos en muy alto aprecio jajaja no se supongo rivalidad.
ResponderEliminarPero tal vez después de leer tu historia entre definitivamente en esa mania. Salludos.
Está interesante, mucho, me da la oportunidad de conocer a V un poco más. Me gusta mucho. Espero que en Francia te vaya bien. Por cierto, hay algo que nunca falla, la fortaleza y valentía de V. De un orgullo tremendo.
ResponderEliminarUn Saludo.
Increible, me tienes enganchada. Espero que en Francia te vaya bien.
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